ADOLESCENCIA

Los buenos colegas, para los chicos bellos

Good colleagues for handsome guys

 

Nadine Page (Bruselas, Bélgica)
Psicoanalista de Bruselas, Miembro del ECF y de la AMP, Coordinadora de la Unidad de Consultas del Centro Médico Enaden.
Psychoanalyst from Brussels, Member of the ECF and the WAP, Coordinator of the Consultation Unit of the Enaden Medical Center.

 

 

Nadine Page

Resumen: El texto recupera la función de la droga como objeto a que hace lazo con el Otro; también, la importancia del cuerpo, en sus consistencias real e imaginaria. El caso ejemplifica cómo el uso de esteroides puede poner en evidencia la ausencia de la función fálica.
Palabras clave: cuerpo, real, imaginario, esteroides, desencadenamiento
Abstract: The rext regains the function of the drug as an object a which bonds with the Other; also, the importance of the body, in its real and imaginary consistencies. The case exemplifies how the use of steroids may reveal the absence of the phallic function.
Key words: body, real, imaginary, steroids, triggering

 

El uso de productos psicotrópicos es sin ninguna duda uno de los «marcadores» privilegiados del modo en que se manifiesta el discurso de una sociedad. La aparición de la toxicomanía hacia el final del siglo XIX corresponde al momento preciso en que se cruzaron los emergentes del discurso de la ciencia con el capitalismo. Concretamente, el descubrimiento de la jeringa coincide con el de la morfina. Esta conjunción permitió la presencia de la anestesia en la medicina y causó una epidemia como fue la morfinomanía hacia el final de la guerra franco-alemana en 1870.*
Por otra parte, la industrialización salvaje asociada a la emigración en masa de los campesinos hacia la ciudades y la ruptura de los lazos familiares tradicionales provocaron en la misma época un alcoholismo que arrasó con las clases populares.


Si en los años ‘70 el consumo de drogas era para la juventud de entonces asociado a la búsqueda de otros modos de vida en comunidad y ligada a la exploración de nuevos horizontes interiores, actualmente el uso de esos productos muestra otra cara, muy diferente: en la época de la caída de los ideales y el ascenso al cenit social del objeto a, la adicción colorea de aquí en adelante todos nuestros lazos sociales. Ese cambio se traduce por cierto en el lenguaje común por una modificación semántica que lleva la marca de la generalización del uso adictivo de los objetos de consumo. Prevalece así el término adicción sobre el término toxicomanía.


En un artículo preparatorio para el Congreso de la AMP del 2008, que llevaba por título Los objetos a en la experiencia analítica (Textos y papers), É. Laurent nos indica cómo el objeto a, lejos de ser una amenaza para el lazo social, una amenaza frente a la que habría que llamar a una restauración, es más bien su cimiento. Y nos precisa que no habrá otro, ya que la razón después de Freud no nos permite seguir al sueño de Las Luces, aquel donde el hombre se sostiene por la razón en el universo y en autonomía.


La adicción representa una de las consecuencias contemporáneas de este ascenso al cenit del objeto a, con el efecto paradojal sobre el lazo social, donde se incluye la más de las veces una manera de separación del Otro, en la medida en que convoca a un goce que no pasa por el Otro, que hace cortocircuito con los desfiladeros de la palabra. De esa manera participa de los profundos reajustes que estructuran a las colectividades.


Sin embargo, nuestros encuentros cotidianos con los usuarios de drogas nos enseñan que este consumo no es siempre, solamente, una modalidad de separación del Otro. Puede también constituirse como tentativa de reincluirse en el Otro. En definitiva, surge por lo general como una tentativa de tratamiento de la relación con el Otro, incluyendo o alternando entre la alienación y la separación.


É. Laurent agrega a esta constatación una indicación por demás útil: esta tentativa de reafiliación no se hará desde lo simbólico, pero sí desde el cuerpo. En sus dos consistencias, real e imaginaria.


El caso es el de un joven que llega a una única consulta luego del inmediato aprés-coup del pasaje al acto. Me parece que ilustra este uso del cuerpo, atravesado por el consumo de esteroides como tratamiento tentativo del lazo con el Otro.


Este joven es llevado por su madre y su hermano a una consulta después de haber roto toda la sala de la casa de familia mientras sus padres le insistían en que explicara su transformación física. En pocas semanas, su apariencia se había modificado hasta aparentar un body builder de impresionante corpulencia. Tuvieron que llamar a la policía ya que se había revelado y fue llevado al hospital psiquiátrico de donde se escapó hasta encontrar refugio en casa de un amigo. Su madre salió a buscarlo y, de regreso a la casa, más agitado aún, habría vuelto a romper el cuarto de su casa mientras el padre le rogaba que tratara de dormir.


A pesar de ser poco proclive a consultar, consiente en hablar conmigo de lo que le pasó cediendo ante la inquietud e insistencia de su madre. Lo que nos permitirá situar las coordenadas de estos pasajes al acto violentos que sorprendieron a su entorno, ya que es un joven más bien apacible.


El joven nota que, desde su infancia, tiene un problema de peso. Luego sitúa un acontecimiento que le hace contrapeso: a sus 12 años, su madre padece de cáncer. Esto lo conmueve. Según sus dichos, su madre es una luchadora, una guerrera, lista para luchar como un hombre si piensa que tiene la razón. ¡Ella es tan fuerte! Pero verla así debilitada en una cama del hospital… Sus palabras le faltan para calificar el efecto subjetivo, máxime considerando que ella parece haber tenido propósitos delirantes, atribuidos inmediatamente a la anestesia, pero que siguieron acarreando aún hoy un efecto enigmático para él.
Será después de esto que comenzarán los problemas en el colegio. Debido al fracaso en la reorientación escolar, circula por varias escuelas especiales** y abandona su escolaridad a los 17 años. De ese recorrido saca la siguiente conclusión: «Los buenos colegas son para los chicos bellos», indicando cómo le imputa sus fracasos a su apariencia física. Comienza entonces a entrenarse «haciendo sala»*** en el gimnasio. Allí se le acerca un hombre ofreciéndole una cura de esteroides de 8 semanas a 250 euros.


Primero, él verifica por Internet que no lo están estafando comparando los precios, y se informa de las consecuencias físicas. Me muestra cómo se informó completamente de los daños previsibles para este consumo, enunciándome la lista. Hace, allí también, un cálculo: arriesga perder 5 ó 6 años de vida, pero gana 2 ó 3 años de entrenamiento en la sala del gimnasio con los mismos resultados. Comienza entonces a tomar esos productos, ve cómo su apariencia se modifica y dice sentir cómo cambia la mirada de las mujeres sobre él.


La inquietud de la familia detiene definitivamente «la cura». Él ve en el espejo cómo su apariencia cambia rápidamente y me dice que esta transformación, esta disminución, es acompañada por un sentimiento de extrañeza.


Los dos pasajes al acto se inscriben en este contexto: no pudiendo responder a las preguntas de sus padres que lo conminaban a explicarse sobre su consumo, luego de haberlo encontrado en la casa del amigo donde se refugia, no consigue calmarse. Incluso intenta atiborrarse con toda la medicación de la madre, sin quedar inconsciente, para responder al pedido del padre de dormirse. Pero esto tampoco lo logra y vuelve a demoler todo lo que lo rodea. Esta segunda vez, su cuarto.


Los elementos significativos que nos aporta de su historia nos permiten situar la prevalencia de la identificación imaginaria para este sujeto: el cuadro de su madre debilitada en la cama del hospital provoca el derrumbe de sus referencias, que localizará en la imagen del cuerpo. Después, estima no ser suficientemente bello como para lograr sus estudios secundarios y alinea su solución en una restauración de la imagen corporal vía el consumo de esteroides. Al hacerlo, trata de igual manera el real de la pulsión, ya que uno de los efectos de estos productos es la impotencia, la que asume diciéndome, casi sin aliento, «sobre eso… hay una cruz».


El consumo devela en este caso la función de tentativa de reafiliación con el lazo social, al bies de la reconstrucción de una imagen corporal valedera. Puesto en jeque por la inquietud parental, no queda más que esperar para este joven, orientado por otra estructura de cura, que pueda construirse otra solución.


 

Traducción del francés: Catery Tato

 

Notas del traductor:
* BACHMANN, C.; COPPEL, A. “Le dragon domestique. Deux siècles de relations étranges entre l’Occident et la drogue”. Albin Michel, París, 1989, pág. 101. [“El dragón doméstico. Dos siglos de relaciones extrañas entre Occidente y la droga”. Solo se encuentra dicha edición en francés].
** En Bélgica existen centros educativos llamados «filiales de rélégation». Son los colegios de repetidores o especiales que encontramos en Argentina. Se encuentran allí alumnos con problemas sociales, discapacitados motores y otros.
*** En Bélgica algunos son criticados, porque se profundizan las desigualdades. La expresión «haciendo sala» corresponde al ámbito del fitness, indicando que los participantes entrenan por horas en el gimnasio.