ESTÉTICAS DE CONSUMO

Syd Barrett: sigue brillando diamante loco

Syd Barrett : Shine on you crazy diamond

 

Luis Darío Salamone (Buenos Aires, Argentina)
Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, AE (2007-2010) y Responsable por la Revista PHARMAKON de 2009 a 2013. Codirector del TyA desde 1996. Autor de: El amor es vacío. Cuando las drogas fallan. Alcohol, tabaco y otro vicios y El silencio de las drogas
Member of EOL and WAP, AE (2007-2010), Responsible for PHARMAKON Magazine de 2009 a 2013, Codirector of TyA since 1996

 

 

Luis Darío Salamone

Resumen: El trabajo sigue los derroteros de Syd Barrett, fundador del grupo de rock Pink Floyd, pionero del rock psicodélico, donde el consumo de LSD tuvo un lugar fundamental.
Palabras clave: Syd Barrett, LSD, Drogas en el rock
Abstract: The paper follows the path of Syd Barrett, founder of Pink Floyd, pioneer in psychodelic rock, where the consumption of LSD had a fundamental place.
Keywords: Syd Barrett, LSD, Drugs in rock

 

“No es fácil hablar de mí.
Tengo la cabeza muy irregular.
Y no soy nada de lo que piensan que soy.”

Syd Barrett


Syd Barrett fue el nombre artístico que se forjó Roger Keith Barred, cantante, guitarrista, compositor y uno de los precursores del rock psicodélico. Dio nombre y existencia a una de las grandes bandas de la historia del rock,  propuso que se llamara Pink Floyd Sound, en homenaje a dos músicos de blues que no son demasiados conocidos: Pink Anderson y Floyd Council. 


Fue una estrella fugaz en el firmamento del rock, incluso en su propia invención: participó solo tres años en Pink Floyd. Pero su estela jamás dejó de estar presente en la banda. Luego grabó como solista dos álbumes, para desaparecer de la escena del rock, aislándose, refugiándose en la casa paterna. Consecuencia lógica de lo que Eric Laurent ha denominado un “progresivo desenganche del Otro”.


Roger Waters y David Gilmour se pusieron al hombro la banda, pero los temas que componían acostumbraron a hablar de la locura de su antiguo líder.
La primera placa del grupo original: The Piper at the Gates of Dawn, es considerado por muchos como el mejor primer disco de una banda, siendo unos de los pilares de lo que se denominó rock psicodélico (fue grabado casi simultáneamente con Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles). Syd Barrett compuso la mayor cantidad de los temas del disco.


Syd no pudo soportar la presión de liderar la banda encadenando un concierto tras otro y terminó por colapsar, convirtiéndole en una sombra de lo que alguna vez fue. Los problemas de Syd con las drogas, en particular el LSD, comenzaron a arruinar las presentaciones de la banda, en un recital tocó solo una nota, en otro arrojaba su guitarra con violencia al publico; en lugar de cantar, murmuraba, o directamente no podía salir al escenario. La banda tenía que cancelar las funciones; incluso en una entrevista para la televisión norteamericana durante la primer gira en Norteamérica sufriría un colapso. David Gilmour fue tomando paulatinamente el lugar de guitarrista, mientras que Syd deambulaba por el escenario con la vista perdida en el vacío. Un día de 1968 sus compañeros se dirigían hacía un concierto y simplemente decidieron no pasar a buscarlo.


Los miembros de la banda consideraron la posibilidad de tenerlo como compositor, pero prescindir de él en las actuaciones en vivo (tal como hicieron los Beach Boys con Brian Wilson, quien también tuvo problemas para presentarse en vivo por el excesivo consumo de LSD), pero el comportamiento errático de Barrett llevó a la decisión de continuar sin él.


El próximo LP: A Saucerful of Secrets, incluiría un tema compuesto por Barret que sería su despedida, en la letra asegura que ya no está presente en ese lugar, sino en otros planos mentales, lejos de las personas mundanas. Vendrán dos discos solistas, el de 1969 incluye “Golden Hair”, un tema compuesto a partir de un poema de James Joyce, en uno de sus versos dice: “yo escuché cantar a través de la oscuridad”. Resulta tentador suponer que Syd Barrett es a la música lo que James Joyce es a la literatura. Sin embargo sabemos que Joyce logró una estabilidad que Barrett jamás pudo encontrar.


A sus intentos solitarios, ayudado por David Gilmour, quien procuraba reparar que había ocupado su lugar en la banda, le siguió el ostracismo. Refugiado en la casa materna sus principales ocupaciones serán la pintura y la jardinería. Al morir su madre, se ocuparía de él su hermana Rosemary.


El álbum consagratorio de Pink Floyd: “Dark side of the moon” (1973), incluye   temas de Roger Waters inspirados de la locura de Syd: “Brain damage” y “Eclipse”, enganchados son el colofón de una obra magistral. “Daño cerebral” narra la historia de un lunático que se aproxima, está en el césped, en el hall, se acerca cada vez más, hasta que el lunático, finalmente, se encuentra en la cabeza del narrador, una risa alocada de fondo lo certifica. La locura ya no es ajena. La locura de Barrett es la que dio origen a la banda y siguió inspirando grandes temas, la locura está en ellos, como está en nosotros. Poética forma de decirnos que todos estamos locos.


 En 1975 Pink Floyd pública el álbum Wish You Were Here, un magistral homenaje a su fundador. Mientras estaban grabando Shine on you crazy diamond en lo estudios Abbey Road, un hombre irrumpe en la sala de grabación, estaba excedido en peso (luego diría que había comido demasiadas chuletas de cerdo, ese animal que en un globo gigante flotara en los recitales de Pink Floyd). El sujeto lavaba la cabeza y las cejas completamente afeitadas, vestía chaqueta y zapatos blancos y tenía una bolsa de plástico en las manos; sus antiguos compañeros de banda tardaron en reconocerlo, hacía cinco años que no veían a Barrett. Roger Waters y Richard Wright quebraron en llanto. Esa imagen les resultaría traumática y procurarían llevarla a lo simbólico en numerosas entrevistas. El personaje central de The Wall sería un intento de elaboración. Pink se llama el protagonista de la película dirigida por Alan Parker, que pierde gradualmente la cordura y se rasura el cuero cabelludo y las cejas.


El tema “Shine On You Crazy Diamond” llevan en sus título las iniciales SYD (así como el LSD está presente en un título de The Beatles, Lucy in the sky with diamonds). La letra de “Sigue brillando diamante loco”: dice: “Recuerde cuando usted era joven, que brilló como el sol. brillo de loco diamante. Ahora hay una mirada en tus ojos, como un agujero negro en el cielo. Brillo de loco diamante que fueron atrapados en el fuego cruzado de la infancia y el estrellato”.
En el ambiente de la psiquiatría inglesa el “caso Barrett” pasó a ser material de estudio. Un trabajo de Paolo Fusar-Poli publicado en The American Journal of Psychiatry, asegura que en 1974 Barrett se vio definitivamente “obligado” a abandonar la vida pública después de un desencadenamiento en el cual dejó encerrada a su novia durante tres días sin dejarla salir de su casa.


Muchos de los trabajos dedicados a Syd plantean que el uso de LSD puede provocar esquizofrenia, sin reparar que de lo que se trata es que el ácido lisérgico puede llevar a un desencadenamiento. Es común que quienes consumen y tienen una mala experiencia con la sustancia hablen de un “mal viaje”. No resulta extraño que ese mal viaje lo empuje al sujeto al abismo de su desgarradura.


Syd Barret da cuenta en su derrotero de ese “progresivo desenganche del Otro”, como contrapartida a los casos de sujetos donde las sustancias tóxicas permiten encubrir dificultades que guardan relación con las psicosis, permaneciendo “asintomáticos” mientras consumen, ya que le droga les brinda un tapón a partir de una compensación química, o bien de cierta solución identificatoria que un significante como “adicto” puede proporcionar en el campo de lo social.
El consumo de LSD puede resultar interesante para la composición de temas de rock psicodélico, al traducir en el plano musical el carácter enigmático que se desprende de la relación de un sujeto con su goce; pero el inconveniente es que entre sus efectos suele incluir alucinaciones, tanto con los ojos abiertos como cerrados, percepción distorsionada del tiempo y de la realidad, desintegración del yo. Por estas razones  han responsabilizado a esta sustancia de “psicotizar” a los sujetos, pero en verdad de lo que se trata es de sumirlo al sujeto en un estado alterado que puede llevarlo a un desencadenamiento, cuando lejos de favorecer una posible estabilización delirante, lo arrastra al campo de una infinitación, haciendo que se disperse en el infinito de su delirio. El sujeto que consume ácidos no puede decirse que permanezca “asintomático”; solo que pueden atribuirse ciertas manifestaciones inherentes al desenganche del Otro o los fenómenos alucinatorios, al consumo. La sustancia genera este tipo de fenómenos que entran en una relación topológica con los fenómenos de estructura. Las alucinaciones, la despersonalización, la pérdida de referencias corporales e identificatorias, el comportamiento errático, la imposibilidad de compartir esa extrañeza, y de desprender de la experiencia una significación, provoca un empobrecimiento de sus relaciones y lazos afectivos, promoviendo rupturas con el Otro,  que llevan al sujeto al aislamiento.


Syd Barrett vivió muchos años alejado del mundo, murió debido a un cáncer de páncreas, aunque la diabetes había sido el gran padecimiento de sus últimos ocho años. Según su hermana murió con una risotada esquizofrénica, como la que aparece en los temas finales de “El lado oscuro de la luna”, el álbum de esa banda que él había fundado y de la cual no se acordaba. Pese a su legado, en el final de su vida, no recordaba ni siquiera haber sido un músico.

 

 

Bibliografía:

Autores Varios.  Historia del rock. El País. Ediciones X-Press. Madrid, 1993.
Duarte, Sebastián. Pink Floyd. Derribando muros. Distal. Buenos Aires, 2012.
Miller, Jacques-Alain y otros. La psicosis ordinaria. ICdeBA-Paidós. Buenos Aires, 2003.
Povey, Glenn. Los tesoros de Pink Floyd. Editorial Cúpula. Inglaterra, 2012.
Shapiro, Harry. Historia del rock y de las drogas. Manon Troppo. BArcelona, 2006.
Watkinson, Mike; Anderson, Pete. Syd Barrett y el amanecer de Pink Floyd. Munster. Barcelona, 2012.