Tóxico ◊ Delirio

Tóxico ◊ Delirio

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Nicolás Bousoño, Gustavo Mastroiacovo, Christian Ríos (Argentina)[1]

En 1978, Lacan señaló que “todo el mundo es loco, es decir, delirante”[2], sintagma elevado, por Jacques-Alain Miller, al estatuto de brújula en la clínica contemporánea. Esta noción de delirio atraviesa los límites de la estructura subjetiva, ya que el sentido – en tanto S2 -, constituirá una defensa contra lo real.

Por supuesto, se distinguen construcciones anudadas mediante la función del Nombre-del-Padre, que estructura el campo de la sexualidad a partir de la lógica edípica, y otras, no anudadas por esta función. Estas últimas pueden apelar al uso de una prensa[3], que podría desempeñar esta función y daría lugar a una regulación del goce.

La generalización del concepto de delirio, su extensión más allá del campo de las psicosis, invita a considerar sus posibles articulaciones con el tóxico.  Nos preguntamos si, además de la relación de exclusión – tóxico o delirio -, resulta posible, y en qué términos, plantear una relación de articulación, al momento en que un sujeto consiente, vía la transferencia, a la experiencia analítica.

 

La experiencia de intoxicación y la analítica

Mauricio Tarrab plantea que la operación toxicómana no requiere del cuerpo del Otro como metáfora del goce perdido, siendo correlativa de un rechazo del inconsciente[4]. Esta operación, por la que ningún mensaje se dirige al Otro, señala una ruptura con dicho campo y la existencia de un goce sin partenaire sexual, donde el tóxico – y no el falo – opera como respuesta al agujero de la no relación.

Éric Laurent indica que la experiencia de la intoxicación guarda en su corazón un silencio, ya que rompe con la cadena significante y con la dimensión de la palabra que permite contornear el vacío. Agrega que el sujeto intoxicado puede hablar horas y no decir nada, o bien liberar una escritura donde nada se escribe. Constituye una experiencia de la cifra y de una contabilidad que se han vuelto locas, implicando la disolución de la singularidad y la muerte subjetiva[5].

Si la intoxicación, sobre la que se sostiene la operación toxicómana, es una experiencia vacía de sujeto y de significación, que rompe con el Otro y apela al goce a-sexual como respuesta al vacío del sujeto, la experiencia analítica irá de la droga a la palabra, para producir – donde la droga falla – en algunos casos, la articulación de una demanda que restituye la dimensión del Otro y la producción del inconsciente para situar “la cifra de la problemática a la que la droga aporta su solución”[6].

En otros casos, donde la droga funciona como un tratamiento de lo real del goce, y cuando esta solución resulte demasiado problemática, el analista podrá estar allí para posibilitarle al parlêtre otras vías, otras soluciones.

La viñeta, a continuación, articula estos postulados.

Un joven de 32 años comienza sus sesiones luego de que, desde la institución a la que consultó a raíz del aislamiento que acompañaba su consumo de cocaína, le indicaran no trabajar, estar acompañado las 24 horas y dejar de ver a sus amigos.

Empezó a fumar marihuana en la adolescencia, luego, a partir de la inauguración de su discoteca, comenzó con el consumo de cocaína. En ese momento, su primo lo impulsó: “sos dueño, no podés no consumir”, le dijo. Eso lo llevó a lugares oscuros y morbosos.

Para cortar decide venir a la ciudad con su novia de toda la vida, pero al descubrir la noche, se sumerge en un raid que lo consume y se separa de su pareja, de carácter amistoso.

En las entrevistas ubica su consumo en relación con las mujeres. En las fiestas las busca y habla, mientras baila y consume sin parar. Cuando no soporta más ni las luces ni los ruidos, se retira, pero sigue en su casa consumiendo, chateando con mujeres y hablando por teléfono. Eso le da seguridad. Habla de cosas sexuales: “me libero del morbo que tengo adentro”. A su vez, al intentar nombrar el resultado de varios días de ese circuito, agrega: “pobrecito mi cuerpo”. Las conversaciones con mujeres son por lo tanto una continuación del circuito del consumo y un tratamiento fallido del goce morboso, ya que no logran frenar el plus de gozar y rompen con el imaginario corporal. El consumo para este paciente se ubica entonces en la perspectiva de la insubordinación al servicio sexual, tal como lo plantea Jacques-Alain Miller[7], y del lado de la insumisión al deseo del Otro.

En las sesiones, a partir del despliegue de sus ficciones, delimita el goce que nombra como “morbo” y sitúa la función del tóxico en su economía libidinal, produciéndose un viraje hacia ciertas fiestas electrónicas donde consume sólo algunas pastillas que “hacen que no me descontrole y que se corte ahí”.

El tratamiento del “morbo” vía la intoxicación no provoca un punto de capitonado, más bien suelta el anudamiento del cuerpo, siendo la imagen empobrecida de éste proporcional a la infinitización de un decir que escribe nada. En las vueltas dichas se ajusta el circuito pulsional: noche-droga-descontrol-morbo, y la operación toxicómana cede lugar a la función del tóxico bajo transferencia.

 

Conclusiones

La experiencia analítica implica un movimiento que va de la experiencia de la intoxicación a la de la palabra, acto por el cual el silencio de las drogas calla, para dar lugar al modo singular en que cada quien delira la relación sexual que no existe.

La viñeta precisa la instancia en que la función del tóxico y el delirio bajo transferencia, implican una articulación posible para un parlêtre, en la que éste puede extraer de allí un saldo de saber.

Ahora bien, ¿qué tipo de delirio nos propone el análisis? ¿Qué función tiene el delirio en el análisis?  La experiencia analítica constituye un delirio dirigido y orientado por el síntoma. Se trata entonces, como señala Miller, de “hacerse incauto de un real, es decir, montar un discurso en el que los semblantes atrapen un real, un real en el que creer sin comulgar con él. (…) Analizar al parlêtre es dirigir un delirio de tal modo que su debilidad ceda al embaucamiento de lo real”[8].

La experiencia analítica no apunta a darle consistencia a los delirios singulares de los sujetos, sino más bien, sirviéndose de ellos, a despejar – como señala Sinatra, valiéndose del término adixiones – la incógnita de la singularidad del goce de cada parlêtre, lo que ha funcionado como síntoma ante el trauma producto del encuentro con lalengua, para remarcar la responsabilidad subjetiva que cabe a cada cual en la propia satisfacción[9].

En el caso que presentamos no hay ficciones edípicas, ni tampoco un despliegue del inconsciente bajo transferencia. Pero hay un desplazamiento desde la intoxicación hacia la palabra y las ficciones que permiten a este joven construir el circuito pulsional y situar la función del tóxico para lograr una reducción de la intoxicación y una pacificación del goce.

 


[1]  Participaron: Yasmina Romano, Camilo Cazalla, Agustín Barandiarán, Gloria Casado, Adrián Secondo, María Marciani, Silvina Rago, Ana Cascardo, Ana D’Andrea, Carolina Vignoli, Héctor Tarditti
[2]  Lacan J., « Lacan pour Vincennes ! », Ornicar ?, n° 17/18, printemps 1979. Reeditado en Scilicet Todo el mondo es loco, Buenos Aires, EOL, 2024, p. 21.
[3]  Miller, J.-A., “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, https://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/015/template.php?file=arts/Alcances/Efecto-retorno-sobre-la-psicosis-ordinaria.html. Conferencia publicada en francés en la revista Quarto n. 94-95, en enero del 2009.
[4]  Tarrab M., “Una experiencia vacía”, disponible en https://uqbarwapol.com/una-experiencia-vacia-por-mauricio/
[5]  Laurent, E, “L´etourdit de la droga”, in Salamone, L. El silencio de las Drogas. Buenos Aires, Grama, 2014, p. 14-15.
[6]  Tarrab, op. cit.
[7]  Cf.  “La droga de la palabra”, en este número de Pharmakon Digital.
[8]  Miller, J.-A, “El inconsciente y el cuerpo hablante”, Presentación del tema del X Congreso de la AMP, consultado el 20 de abril de 2024, en Asociación Mundial de Psicoanálisis (wapol.org)
[9]  Sinatra, E. “Adixiones, una respuesta a la banalización mediática”, in Conclusiones Analíticas, disponible en https://perio.unlp.edu.ar/wp-content/uploads/2023/04/conclusiones_analiticas-nro-ano-10-nro-9-2023.pdf pág. 88-113.
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