Editorial

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El consumo de drogas, sea cual fuere su intensidad, su ritmo y sus consecuencias psíquicas, físicas y sociales, interfiere con el régimen propio del goce en el cuerpo y del pensamiento. Hay que suponer que es el fin buscado, o también una solución a un problema. Las adicciones, cuando afectan las bases fundamentales del sujeto, sus lazos a los otros, su integridad corporal y, en ciertos casos su vida misma, pueden leerse como una respuesta en cortocircuito que evacúa la dimensión del inconsciente para evitar el encuentro con un real que el sujeto teme. ¿De qué real se trata? ¿Cuáles son los síntomas que esas prácticas intentan tratar?

Ciertas ofertas de tratamientos tienen afinidades con esa modalidad de respuesta en corto-circuito. “. «Se obnubila, se tempera, se interfiere o modifica… Pero no se sabe del todo lo que se modifica, ni por otra parte a dónde irán esas modificaciones, ni siquiera el sentido que ellas tienen…», nos dice Lacan sobre la prescripción del psiquiatra, que ignora si la molécula es droga o medicamento[1]. Los métodos de reeducación que utilizan los poderes de la palabra, excluyendo el equívoco y la dimensión de la transferencia, hacen aparecer, casi siempre, la ferocidad del real que surge en esos callejones sin salida que encuentra el sujeto. ¿Cómo intervenir entonces en esas situaciones frágiles entre la demanda social y el equilibrio de lo singular?

La toxicomanía testimonia de un acceso de lo más difícil al lazo amoroso. Ella se presenta sobre todo como «un anti-amor», señala Jacques-Alain Miller, «Ella prescinde del partenaire sexual, se concentra y se entrega al partenaire (a)-asexuado del plus de goce. … La toxicomanía es de esta época que hace primar el objeto a por sobre el Ideal»[2]. El recurso a las drogas da la ilusión de poder bordear el real a través de un modo de goce sin pasar por el Otro. ¿Cómo puede el analista tener en cuenta esto último en su acto?

Si el sujeto está entramado en su práctica de consumo, lo está también en el lenguaje y en la palabra, lo cual abre un lugar para el encuentro. Justamente, la oferta de escucha abunda. Las prescripciones de los discursos neurobiológicos, comportamentales, sociales, antropológicos, morales, incluso penales, recubren el real en juego en la adicción ¿Cómo se distingue entonces la orientación psicoanalítica? En particular, por la interpretación: «Nada de escucha sin interpretación», señala J-A. Miller[3]. ¿Se puede atravesar el muro de las substancias, de las prótesis, de las prácticas adictivas con el fin de bordear el real en juego?

¿Cómo opera el analista para que la partida se juegue entre «rechazo o elección del inconsciente»? El clínico orientado por el psicoanálisis hace la apuesta de un tratamiento por la palabra bajo transferencia para abrir un acceso a la opacidad de este goce del cual el sujeto adicto es la presa.

El 3er Coloquio Internacional TyA, que tuvo lugar el 14 de mayo 2022 en videoconferencia, se ha dado la tarea de interrogar nuestra intervención en este campo, la función del objeto droga en cada caso, las modalidades de interpretación puestas en marcha y sus efectos en el encuentro con estos sujetos llamados toxicómanos.

Los distintos grupos del TyA (Toxicomanía y Alcoholismo), Red del Campo freudiano en Europa y en América Latina, fueron invitados a participar con un trabajo colectivo en respuesta a las cuestiones propuestas por su título – Adicciones: rechazo ou elección del inconsciente? Effectos de interpretación en los tratamientos por la palabra de los toxicómanos. Encontraremos los ecos de algunos de sus trabajos en este número de Pharmakon digital.

Nadine Page, Nelson Feldman, Pierre Sidon, David Briard, Fabián Naparstek y Ève Miller-Rose

 


[1]  Lacan, J. Petit discours aux psychiatres, 10 noviembre 1967, inédit.
[2]  Miller, J.-A. La teoría del partenaire, texto publicado en este número de Pharmakon digital, p. 33.
[3]Pas d’écoute sans interprétation, Revue La Cause du désir, n.108. Paris, Navarin, Juillet 2021.

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