Lo tóxico de la imagen

Lo tóxico de la imagen

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The toxic of the image

Silvina Rago[1] (Buenos Aires, Argentina)

Resumen: El presente trabajo intenta ubicar qué es lo que hace que una imagen devenga tóxica para un sujeto, siendo que en la sociedad actual los dispositivos tecnológicos, propiciados por un mercado cada vez más feroz con su empuje a gozar, ofrecen un sinfín de imágenes que conviven en el acontecer cotidiano de las personas. Pero qué sucede cuando esa fascinación estructural por la imagen encuentra en el goce escópico el lugar privilegiado para la recuperación frenética del mismo, siendo este último lo que comanda toda práctica de consumo adictiva? Lo tóxico no estaría dado por la incorporación de una sustancia en el cuerpo ni en sus consecuencias químicas, sino en el afecto que produce el significante sobre éste, efecto que es de goce.
Palabras claves: tóxico, imagen, goce, significante, cuerpo
Abstract: This paper attempts to determine what makes an image become toxic to a subject, when in the current society the technological devices, brought by an increasingly fierce push from the market to enjoy, offer endless images that appear in people’s daily lives. What happens when that structural fascination with the image finds in the scopic jouissance the privileged place for a frantic recovery of jouissance, and this occurs in any practice of addictive consumption. The toxic effect is not the inclusion of a substance in the body or its chemical consequences, but the affection produced by the significant over it, a jouissance effect.
Keywords: toxic, image, jouissance, significant, body

El uso de la imagen en la actualidad logró su auge, y el mercado redobla su apuesta cada vez más, en un circuito que nos remite al mismísimo circuito pulsional en los sujetos: nunca coincide el objeto para satisfacer completamente, lo que lleva por momentos a una búsqueda insaciable de encontrar eso que colme.

Los diversos descubrimientos técnicos, a lo largo de la historia, dan cuenta de esta fascinación del hombre por la imagen. Se puede citar en los primeros siglos de la Antigüedad, por ejemplo, el descubrimiento de la cámara oscura, dispositivo ancestral que sirvió para el desarrollo de lo que hoy conocemos como fotografía. ¿Es que acaso no lo decía ya Lacan en La Tercera, donde establecía que el mundo es imaginario a través de la función de la representación, y que el cuerpo se introduce en la economía del goce a través de la imagen del cuerpo? Pero ¿qué cambió hoy en día?

Hace unos años, cuando comenzaron a aparecer programas online que permitían bajar contenidos de video, se dio un fenómeno en donde algunos comenzaron a bajar o a comprar todos los capítulos que componían determinada serie de televisión, y se encerraban durante unos días para poder verla completa. Se realizaban maratones virtuales, en donde ganaba quien consumiera más rápidamente la totalidad de la serie. Hoy la apuesta se redobla: con el streaming, el archivo de video o audio puede ser consumido por el usuario al mismo tiempo en que es descargado. La palabra streaming se refiere a una corriente continuada, que fluye sin interrupción. Es decir, que el tiempo de espera es casi mínimo o nulo. No hay que esperar a que el archivo se cargue ni se descargue para poder verlo. Pero aún más, lo sitios encargados de su producción ofrecen para las series todos los capítulos de la temporada de una sola vez. Así es como el mercado se refunda y le encuentra la vuelta para que el sujeto siga consumiendo, sin interrupción. Ya no es como años atrás donde aparecía un capítulo cada semana, porque ahora aparecen todos juntos, de una vez, para ser consumidos. El sujeto no tiene tiempo para hacer otra cosa. El mercado sí: pensar en la producción de una nueva serie, sin dejar tiempo para una producción propia del sujeto que no tenga que ver solo con el intento de obturar una falta.

Recortemos la frase “el mercado se refunda y le encuentra la vuelta para que el sujeto siga consumiendo”. Se observa aquí que es el sujeto quien consume, y con esto está la chance de no quedar completamente atrapado en la imagen. Retomemos el circuito pulsional que plantea Lacan. La pulsión es activa hasta en su tercer tiempo: este “ser visto” es reformulado por un “hacerse ver”.

Entonces podríamos decir que la responsabilidad no es absolutamente del mercado. Éste propicia un sinnúmero de posibilidades, donde la imagen es la estrella: productos televisivos, productos para internet, dispositivos para celulares, nuevas redes sociales virtuales, etc.   Pero ¿qué de todo esto hace que se convierta en algo tóxico para un sujeto? Podríamos plantear, en primer lugar, algo en relación a la cantidad: así como no es lo mismo tomarse una copa de vino que dos botellas, tampoco es lo mismo mirar un capítulo de una serie por internet, que mirar de corrido los veintidós capítulos que conforman una temporada.

Pero no podemos quedarnos con el tema de la cantidad solamente, ya que el efecto producido por determinada sustancia sobre el cuerpo dista del objeto en sí y de su cantidad. El efecto que produce una sustancia que se incorpora al cuerpo, como en el caso de alguna droga o del alcohol (pero también, agreguemos, cualquier objeto con el que un sujeto obtiene goce, y aquí entran las imágenes) tiene que ver con otra cosa. Dice Lacan en Televisión “De hecho el sujeto del inconsciente no toca al alma más que a través del cuerpo, introduciendo el pensamiento”[2].

La entrada del lenguaje en el cuerpo crea el campo de los afectos, efecto que es de goce. Entonces podremos plantear que lo tóxico no queda establecido solo a la incorporación en el cuerpo de determinada sustancia. Hay un afecto que se produce por la incidencia del

pensamiento sobre el cuerpo. En palabras de Miller, “nos vemos llevados a poner el acento en la implicación del significante en el afecto”[3].

Volviendo entonces a la pregunta anterior: ¿qué produce que una imagen se convierta en tóxica para un sujeto, podemos aventurar que no se trata de la cantidad ni de la composición química de determinada sustancia, sino más bien del efecto que produce sobre un sujeto. Y es aquí donde deberíamos resaltar que este efecto que se busca tiene que ver con la obtención de ese goce perdido por estructura.

El lenguaje separa el cuerpo del goce[4]. Pero es a través de las zonas erógenas, donde el sujeto puede obtener un goce directo, es decir recuperar ese goce perdido que el lenguaje recortó pero que a la vez localizó. En el caso de los objetos que tienen que ver con un goce escópico para el sujeto, hay un intento por obtener un efecto a través de esa determinada zona erógena, efecto que subsume al sujeto a quedar adormecido por el brillo que emanan las imágenes.

Tendríamos que discernir qué función tiene la zona erógena para que se dé determinada práctica de consumo. Abrir el camino por la determinación significante quizás es lo que posibilite pesquisar lo que el objeto a conserva de la huella del significante.

El problema está en esa búsqueda incesante de obtener ese goce perdido, que estos objetos pueden proporcionar a través del plus de gozar, pero que nunca llegan a completarlo. Lo tóxico entonces, en el caso de las imágenes, es este efecto que se produce a través de esta búsqueda de goce, que produce efectos a los fines de que el sujeto no se tenga que enfrentar con la castración.


Bibliografía:
VV.AA., Sujeto, goce y modernidad. Fundamentos de la Clínica, Atuel – TyA, Buenos Aires, 1993.
Lacan, J., Psicoanálisis, Radiofonía & Televisión, Anagrama, Buenos Aires, 1977.
Lacan, J., “La tercera”, Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 2007
Miller, J.A., “A propósito de los afectos en la experiencia analítica”, Matemas II, Manantial, Buenos Aires, 1988.
Miller, J.A., “Algunas reflexiones sobre el fenómeno psicosomático”, Matemas II, Manantial, Buenos Aires, 1988.
Salamone, L.D., El silencio de las drogas, Grama ediciones, Buenos Aires, 2014.

[1] Psicoanalista. Departamento TyA EOL
[2] Lacan, J., “Psicoanálisis Radiofonía & Televisión”, Anagrama, Buenos Aires, 1977, pág. 88.
[3] Miller, J.A., “A propósito de los afectos en la experiencia analítica”, Matemas II, Manantial, Buenos Aires, 1988, pág. 153.
[4] Miller, J.A., “Algunas reflexiones sobre el fenómeno psicosomático”, Matemas II, Manantial, Buenos Aires, 1988.
Silvina Rago

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