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Elvira Dianno2
(Santa Fé, Argentina)
Resumen: Un film de Luc Besson, donde el clima clásicamente apocalíptico del director encuentra un final feliz. La protagonista principal-otra vez una del bajofondo -usa drogas duras, estimulantes que la transformarán en una heroína luchando contra la mafia y el Mal.
Palabras clave: Lucy, Luc Besson, drogas, drogas duras, estimulantes, plus de gozar
Abstract: A Luc Besson’s film, in his classical apocalyptic clime, finds a Happy End. The main protagonist- again a marginal one- takes hard drugs and they make her an heroine fighting against the mafia and the Evil.
Key words: Lucy, Luc Besson, drugs, hard drugs, uppers, surplus-jouissance
Las películas de Luc Besson se caracterizan por su tono apocalíptico, siempre preocupado por el origen y el final del universo, el bien, el mal, la ecología. Esta película –otra vez con nombre de mujer nuevamente– en la línea de Nikita, esa vieja serie de espías en blanco y negro de la TV por cable que en los años 90 atrapaba en las madrugadas en sus capítulos de suspenso y crueldad.
Otra vez una mujer del bajofondo. Nikita estaba atrapada en el mal, Lucy va a terminar con el mal, también la heroína de El quinto elemento estaba enredada en las garras de lo siniestro.
Esta mujer, Lucy, representa el origen. La creación viene a través de una mujer y termina en una mujer. De la lógica fálica a la feminización del mundo, ¿o la falicización de las mujeres?
Un científico, foros, fórmulas… el discurso de la ciencia será el metarrelato que acompaña en off desde el Big Bang to The End contándonos que “al principio era el Uno, una célula que se subdivide”.
Y, ¡qué curioso!, una ciencia burda, poco desarrollada, poca tecnología que busca y encuentra demostrar que todo-es-posible. No sólo eso, la ciencia será el aliado principal de la heroína en su lucha contra el Mal. Una trama de dealers y mafiosos usarán de carnada adictos atrapados por las redes para traficar su kryptonita, solo que esta es azul y no verde. La única presa de esta red de “mulas” que llevarán las bolsas en su estómago y que logra escapar y vencerlos finalmente es una mujer.
Lucy podrá por medio de pócimas cada vez más elevadas de una sustancia artificial -semejante a una que produce el organismo- lograr el máximo control del propio cuerpo, luego del cuerpo de los otros, finalmente de la materia. Las leyes de la gravedad no resisten her body’s power. Lucy salta, camina por las paredes, aniquila rivales de a decenas, reconstituye su organismo roto en segundos, domina los objetos tecnológicos con su mente usada como un control remoto.
El imperativo de goce de la época presente en redes de narcocriminales dispuestos a todo para prometer la sustancia que daría el máximo poder: a dosis más elevadas, mayor poder, mayor control, eso sí, menos horas de vida. Ir por más, ir por más, ir por más, hasta que ese plus de gozar la aniquile pero al aniquilarla la transformará en una suerte de célula primordial, propia de la new age y la cientología tan presentes en Hollywood.
Una teleología explícita indica en el film que el desarrollo del conocimiento puede llevar al bien. La new age, la cientología, una suerte de sincretismo panreligioso basado en las leyes de Hermes Trimigesto, en una versión de libro de bolsillo for export parece ser el río que corre bajo el celuloide y se expande desde Beverly Hills al mundo, en films esperanzadores de final feliz. Una más de ciencia ficción de Besson, un film de excesos -demasiados efectos especiales y excesiva pretensión filosófica frente a un escaso argumento- que nos hace pasear desde el big bang al fin de los tiempos. El encuentro con el primer homínido/a llamado Lucy a su vez, la alegoría del cuadro de la creación de Miguel Ángel y las escenas de la naturaleza en el metarrelato: ríos, montañas, amaneceres, Scarlett Johannson (Lucy) representada como un felino en ataque, la naturaleza que nos habita y la explosión de su cuerpo hasta la reducción a una fórmula, un conocimiento. “Estoy en todas partes” dirá Lucy reducida a dust in the air, o la fórmula científica de un dios, en su versión físico-matemática.
Lucy empowered by drugs, hard drugs puede ver todo, dar salud, impedir el mal. Si bien a este film pasatista le falta bastante para trascender su tiempo, puede alguien remontarse como en una alegoría al Paraíso del origen del tríptico de El Jardín de las Delicias, de Hieronymus Bosco que -al cerrarse- muestra en una circularidad el mundo en el tercer día de la creación que no se observa en el despliegue de la historia lineal que los tres paños interiores ofrecen: el paraíso, la lujuria y el infierno.
Para Besson hay circularidad al desarrollar la idea de un progreso que inevitablemente lleva al origen, al bien, al paraíso, la reconquista del paraíso, anunciaría así que al tríptico de El Bosco le falta un cuarto pliego, el paraíso otra vez pero no sin antes pasar por el infierno. Otra vez la cosmovisión new age que subyace, plena de sentidos.
Es el ideal de la ciencia, la promesa, la expectativa de vida eterna que ofrecen órganos clonados, espermatozoides in vitro, Lucy no muere, dice, “nadie muere”.
Entremezclados en los diálogos del guión de una película de acción de fin previsible, los mensajes de ciertos enunciados clásicos de la hermenéutica en nadie muere, estoy en todas partes, la utilización de sólo el 10% de la capacidad neuronal puede ampliarse, sirve de cosmovisión que explica y resuelve todo.
Un detalle que no es menor es la elección que el director hace del médium para lograr el resultado de una conciencia expandida, es notable que haya sido una droga, en dosis elevadas, y no el ejercicio metódico de las prácticas orientales de meditación y mantras que caracterizan a taoístas y tibetanos, cabe subrayar que la mafia en cuestión -el Otro malo contra el que luchará Lucy sola- es la mafia china y ella vive en el Tibet. ¡Excesivamente hollywoodense! Los orientales son malos, el científico es negro (Morgan Freeman), Lucy es rubia.
¿Qué de las drogas? La vieja definición de Pharmakón que encontramos en la Ética de Aristóteles en la que Teofastro -ubicándola como remedio y como tóxico- nos enseñaba que graduando los dracmas/dosis se lograba desde la cura de la tos a las alucinaciones y finalmente a la muerte, en el film -en una lógica invertida- a más dracmas más poder, más perfección, no hay dolor, ni sentimientos de miedo a través de una sustancia que se genera en el cuerpo de una madre en la 6ta semana de embarazo. De modo que la ingesta excesiva de drogas de laboratorio extraídas de una sustancia que está en el organismo, exactamente en el cuerpo de una madre, nos completa. He aquí la función del PHARMAKON DIGITAL.
Así el cuerpo de Lucy empoderado por las drogas se convertirá finalmente en una máquina, un ordenador, una mega computadora para luego reducirse a lo que entra en un pen drive y al fin volver al Uno con el Universo.
Far, so far away: lejos de las alucinaciones que el LSD (ácido lisérgico) proveyeron a la generación de The Beatles, eternizadas en su canción “Lucy in the Sky, with diamonds”, el relato de Besson en Lucy, si no fuera un film, parecería un delirio postingesta, para nada una naif Wonder Woman sino más de under y marginal urbana a una heroína romántica del futuro dispuesta a salvar el mundo.
Algún dejo de nostalgia roussoneana se deja entrever, el hombre naturalmente bueno, uno con el universo.
No fear, no pain, eso sí, with all the drugs you can get.
Lamento haberles contado el final. Sorry I told you the end, Scusi, mi dispiace di avere raccontato il finale. Je regrete vous avoir raconte la fin. Desculpa ter falado o finale.