La función del tóxico en la época del hiperconsumo

La función del tóxico en la época del hiperconsumo

Este post também está disponível em: Portugués, Brasil

The function of the toxic in the era of hiperconsumption

Eugenio Díaz (Barcelona, España)
Analista Miembro de la Escuela (AME) de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Miembro del Consejo de Administración de la ELP

Resumen: El trabajo repasa los lineamientos fundamentales de la orientación lacaniana en lo que atañe a las toxicomanías, especialmente, la noción de función del tóxico como brújula clínica.
Palabras clave: psicoanálisis, toxicomanía, tóxico
Abstract: In this paper the author reviews the basic lines within the lacanian orientation towards drug addictions, especially the concept of the function of the toxic as a clinical compass.
Keywords: psychoanalysis, drug addiction, toxic

La función del tóxico sigue siendo hoy una orientación mayor en la dirección de la cura de las prácticas que se orientan por el psicoanálisis con sujetos que se presentan como toxicómanos.

Aprendimos en los ‘90, en los inicios del TyA, que saber de la función del tóxico permitía dirigir la cura hacia una desestandarización, lo que permitía a su vez ir de un síntoma que no quiere decir nada para el sujeto –la adicción al tóxico como causa–, a un síntoma en el que el sujeto está implicado. La función del tóxico como respuesta o como solución (Díaz, 2012) orientó nuestra práctica.

Las consecuencias de la definición de la droga, «lo que permite romper el matrimonio con el pequeño pipí» (Lacan, 1975), o la función de suplencia en los casos de psicosis, fueron guía en el tratamiento de sujetos que se situaban bajo identificaciones toxicómanas.

Más adelante, los desarrollos sobre la inexistencia del Otro (Miller & Laurent, 1996) en la perspectiva de la última enseñanza de Lacan sobre el parlêtre, el cuerpo y el goce, permiten repensar el sentido de la función del tóxico.

Hoy estamos en condiciones de afirmar que la función del tóxico siempre es de suplencia –de la caída del padre como excepción, del no hay relación sexual–, y que la droga como goce autoerótico que no pasa por el Otro da un vuelta de tuerca con el goce que es del Uno y que no es sin el cuerpo, abriendo la vía del uso del tóxico vinculado a la satisfacción fijada en las marcas primordiales de la constitución del sujeto.

De «la chácara comunitaria» a las comunidades de goce

Ausente la carretera principal que daba una ficción de consistencia, lo que queda son modos de goce, en una época donde lo hiper promete la felicidad en una dosis más de lo que sea.

Si antes eran los comités de ética, la «cháchara comunitaria» (Miller, 1996, p. 89), lo que venía al lugar del Otro que no existe, hoy se trata más bien de comunidades agrupadas alrededor de modalidades de goce, que vienen al lugar del no-todo, rasgo de la hipermodernidad que equivale a la idea de la feminización del mundo que ha implicado esta inexistencia.

Micrototalidades las llama Ernestro Sinatra en L@s nuev@s adict@s, jugando de manera magistral ya de entrada en el título con lo femenino y las nuevas tecnologías. Anudado a este no-todo, encontramos un «todos adictos al consumo de masas», en donde cualquier objeto pueda ser considerado adictivo: desde el sexo al trabajo, la comida, las compras, el juego o las nuevas tecnologías, hasta el amor, que, bajo la clasificación de «relaciones sociales alienantes», cae en los manuales de educación para la salud en el campo de las adicciones sin drogas. Incluso las personas y las relaciones son nombradas hoy como tóxicas. Fórmula que tiende a desconocer la compulsión a la repetición freudiana, pues supone una voluntad en juego que no incluye el equívoco, los tropiezos.

Pero lo más impactante es que no sólo pueden convertirse en objetos adictivos, sino que cada vez con menos pudor se busca que lo sean. El marketing es explícito en ello, como lo muestra, es un ejemplo, un anuncio de crema para hombres que usó como reclamo la siguiente frase: «un chute de anti-edad para que los excesos no queden marcados en la piel».

Advirtamos aquí el uso de un significante de las toxicomanías, chute, de la puesta en relieve del ideal de la eterna juventud y del empuje al exceso. Verdadero ejercicio de control sobre los cuerpos que promueve la alianza con el capitalismo, en la promesa de que lo contingente puede ser eliminado, que los signos de la vida pueden ser borrados.

Neurociencias del consumo

Las toxicomanías nombradas en los informes «científicos» como «neurociencias del consumo y dependencia de sustancias psicoadictivas», producen un desplazamiento que pone aún más al descubierto las políticas actuales de reducción de la subjetividad (Díaz, 2005).

Si el término toxicomanías permitía situar cierta posición del sujeto en relación al tóxico –las manías por una sustancia–, al poner el acento en lo neuro, haciéndolo equivaler al sujeto mismo, tiene efectos aún más de estigmatización, desresponsabilización y, por tanto, de reducción máxima de lo subjetivo.

Como señala Javier Peteiro, experto en Biofísica y Nanomedicina: «[…] En la perspectiva reduccionista (del sujeto a la genética), hay un riesgo serio de eludir el auténtico problema de la libertad y la responsabilidad humana y el papel que en su configuración tiene una educación marcada por el ideal conductista» (Peteiro, 2011, pp. 85-6).

Entonces, el término neurociencias del consumo no es para nada inocente en el intento de la tecnociencia y su aliado el mercado –«a los que la psicología no sólo abastece, sino que se muestra deferente a sus estudios» (Lacan, 1964, p. 811)– de liquidar todo lo que no es controlable: la pulsión, el deseo, en último extremo el sujeto mismo. La clínica está plagada de testimonios sobre el empuje a la repetición que produce esta oferta sin límites.

A un joven consumidor de drogas de diseño la psiquiatría le propone la realización de pruebas cerebrales para determinar la causa biológica de la compulsión al consumo y la tensión agresiva que conlleva. «Si es mi cerebro, no soy yo, luego puedo no esforzarme en saber lo que me pasa», fue la respuesta que dio a dicha oferta, previo abandono de un tratamiento por la palabra que había iniciado no hacía mucho. Decisión que supuso el reinicio de su actividad adictiva y agresiva, de la que sin duda el sujeto es responsable, pero en la que colaboró el saber «benefactor» y ciego de la ciencia, y un ideal familiarista nada inocente.

Así, las terapéuticas al uso acaban convirtiéndose en herramientas al servicio de propuestas adaptativas, duplicando identificaciones toxicómanas, en donde el uso de las drogas en un intento de sutura de la angustia sin mediación de la palabra es un modo de goce que no es sino pulsión de muerte.

Identificaciones toxicómanas y política del psicoanálisis

Si el psicoanálisis es posible en su práctica con tales sujetos y con el empuje generalizado al plus de goce, es por la vía de la creencia en el síntoma, en tanto éste incluye –más allá del sentido– el goce y el cuerpo.

La política del psicoanálisis se orienta a ofrecer al sujeto la posibilidad de encontrar las puertas de salida de la subordinación del goce a la suerte del hiperconsumo.

Lo subversivo que el psicoanálisis aporta como anverso a este liegen lassen de la época es el síntoma, entendido como lo más singular del sujeto, como «la rebelión del no como todo el mundo» (Miller, 2011, p. 36). Aquí la función del tóxico no ha dicho su última palabra.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
DÍAZ, E. “Consumidores de nostalgias y el vértigo de la mirada hipermoderna”, en Mundo Psicoanalítico. Sin límites. Conductas de riesgo. Pomarie, Caracas, 2012, págs. 21-3.
DÍAZ, E. “Neurociencias del consumo y dependencia de sustancias psicoadictivas”, en Freudiana 43/44, Paidós, Barcelona, 2005, págs. 57-63.
LACAN, J. “Cierre de las Jornadas de Estudio de Carteles de la Escuela Freudiana”, 1975. Publicado en este número de Pharmakon Digital.
LACAN, J. “Posición del inconsciente”, en Escritos II, Madrid, 1989, pág. 811.
MILLER, J.-A. “Sutilezas analíticas”, Paidós, Bs. As, 2011, pág. 36.
MILLER, J.-A.; LAURENT, E. “El Otro que no existe y sus comités de ética”, Paidós, Bs. As., 2001.
PETEIRO, J. “El autoritarismo científico”, Miguel Gómez Editores, Málaga, 2011.
SINATRA, E. “L@s nuev@s adict@s. Implosión del género en la feminización del mundo”, Tres Haches. Bs. As., 2013.
Informe de la OMS de 2004, http://docplayer.es/893567-Neurociencia-del-consumo-y-dependencia-de-sustancias-psicoactivas.htm
Eugenio Díaz

Este post também está disponível em: Portugués, Brasil

Next Post Previous Post