Este post também está disponível em:
Drug addiction and addiction in a teenager case
Cláudia Maria Generoso (Belo Horizonte, Brasil)
Psicoanalista, Psicóloga en Centro de Atención Psicosocial de Alcohol y Drogas, coordinadora adjunta del Núcleo de Toxicomanía do Instituto de Psicanálise e Saúde Mental de Minas Gerais
Resumen: A partir de un caso clínico se pretende trazar una diferenciación entre las toxicomanías y las adicciones en la adolescencia.
Palabras claves: adolescencia, toxicomanías, adicciones.
Abstract: From a clinical case it is intended to outline a distinction between drug addictions and addictions in adolescence.
Keywords: adolescence, drug addiction, addiction.
Si la diferenciación entre las toxicomanías y las adicciones es algo difícil de hacer, en la adolescencia tal diferenciación se torna aún más imprecisa. En esta etapa, la búsqueda de nuevas sensaciones a través de objetos de consumo, de juegos virtuales, del uso de sustancias en el cuerpo como el alcohol y otras drogas se hace presente. El uso de drogas no siempre se torna una toxicomanía, puede funcionar como un fenómeno de socialización y separación de la vida infantil, como una forma de lidiar con la mutación del cuerpo y el llamado al no saber sexual. Ya podemos situar a las toxicomanías como lo que Miller (1995) nominó goce autoerótico y ruptura con el Otro. Recorro el caso de «Humo» para intentar distinguir estas dos vertientes: adicciones y toxicomanías.
«Humo» tenía 17 años cuando fue traído por su madre debido al uso de drogas y su participación en delitos. Estaba amenazado de muerte a causa de deudas con el tráfico, lo que lleva a la familia a mudarse constantemente. El modo de vestirse y hablar eran típicos del mundo del hip-hop: gorra, cadenas, ropa que a los ojos de la madre parecían de un delincuente. No se reconocía sin la gorra ni las cadenas, con una cruz en el cuello. Se propone cambiar su vida, había dejado las drogas desde hace unos días, así como el delito. Hacía todo lo que la madre quería, igualmente ella lo insultaba queriendo más cambios. Distinguía las funciones de las drogas que usaba: cocaína cuando precisaba tener coraje para hacer acciones en los delitos, como robar o matar; lanza perfume debido a su efecto rápido, que lo dejaba tonto; marihuana para calmar su cuerpo y su pensamiento.
Conoce la marihuana a los 12 años a través de un amigo que se tornó un referente en su vida, aunque sabía que era un camino errado. Dice haberse viciado con los juegos de la computadora Grand Theft Auto (GTA) a los nueve años, después le gustaba la temática de los enfrentamientos entre las facciones, robos y muertes, mundo que lo atraía. En la misma época comenzó a robar impulsado por su amigo. A los trece pasó a vender drogas y se envolvió en el tráfico en la función de vapor**. Encontró también un grupo en el barrio que considera como familia, siendo reconocido y respetado. El sobrenombre «Humo» debe ser por el hecho de estar siempre envuelto por el humo de la marihuana.
Fue en uno de los enfrentamientos del tráfico que su mejor amigo murió, después de que comenzó a matar personas para los traficantes. Al realizar los disparos las personas gritaban pidiendo que no las mataran. El recuerdo de esos gritos retornaba perturbándolo, siendo uno de los motivos que lo llevaban a usar marihuana: relajar, alejarlos de su mente. Perturbación que denomina recuerdos del mal que hizo a otros. Se siente nervioso y no le gusta que evoquen el nombre de pelada, refiriéndose al termino desgracia, muerte. Al ver a su amigo muerto se apropia de la cruz que él llevaba en su cuello. Pasa a considerar que carga la cruz de la muerte de su amigo, aunque no haya sido el autor del crimen. La muerte siempre ronda en su vida, desde las amenazas en las palabras de su madre de «¿por qué naciste?» Lo nomina de mentiroso, manipulador, sin juicio, lo amenaza con dejarlo solo en el mundo, aunque siempre se muda de vivienda con él. El padre nunca lo asumió como hijo. De él le quedaron las marcas del vicio por el juego (cartas, máquinas electrónicas, fútbol) y la nominación materna de ser manipulador y sin juicio, así como el padre.
Asocia el encuentro con las drogas con el abandono sentido a los 11 años, al percibir que la madre cuidaba más a su hermana menor. El segundo embarazo de la madre coincide con la etapa en la que Humo comenzó con los problemas en la escuela, tomando a su amigo como referente. Momento delicado de la entrada en la pubertad, pasando a tener sentimientos inquietantes de abandono y la elección de un Otro del delito como referencia en la vida.
Siguiendo a Miller (2016, p. 24), actualmente «la pubertad desemboca sobre una realidad degradada e inmoral» donde los jóvenes evocan el gran Otro bajo una forma degradada y nociva. En el momento de salida de la infancia, Humo encontró en el grupo del barrio otra familia, compartiendo giras, robos, drogas, llevándonos a pensar en lo que Miller llamó socialización sintomática.
Durante el tratamiento Humo evidenció un comportamiento irritable, siempre hablando sobre el delito y la voluntad de matar a alguien, causando incomodidad a las personas. Era constante el pedido de medicación para estar calmo y que no le importaran los problemas en su casa, como los reclamos y exigencias de la madre. Muchas veces tomaba medicación de más, y asimismo somnoliento insistía en ser medicado. Buscaba con la medicación los mismos efectos que obtenía con la marihuana: calmarse, función singular de esa droga para el malestar vivenciado en el cuerpo. Avalaba sentirse mejor con la marihuana, sin estar dopado, y pensaba en retomar el uso de esta droga.
El mundo de las drogas y el delito era una perspectiva que siempre retornaba, siendo atormentado por pensamientos de vender el alma para el demonio y conseguir lo que quería, tal como tener a su ex novia a su lado. Sabe por un traficante que, al hacer ese pacto, tuvo todo lo que deseaba. Pero la novia, así como la madre, exigían que estuviese limpio, sin las drogas y el delito. Resistía al pacto por saber que sería cobrado por el diablo, que tomaría su vida y lo mataría. Considera el camino fuera de las drogas y el delito como muy lento, no ve efectos inmediatos de lo que quiere, sugiriendo un movimento de cortocircuito entre el ver y el concluir que se muestra mortífero. Es sobre esos conflictos que conversamos en el tratamiento, apostando a la posibilidad de tener un tiempo mayor para conseguir construir caminos menos devastadores.
El comentario de Maria Wilma apunta a las diferencias entre las funciones del uso de las drogas en la vida de Humo, delimitando las vertientes de las toxicomanías y de las adicciones. La marihuana como droga de preferencia cumple una función de aplacar la angustia sentida en su cuerpo y en los recuerdos perturbadores concernientes a la muerte, pensándolo más en la vertiente de las toxicomanías. Como dice Miller (1995), es «un objeto de la más imperiosa demanda», en una relación de goce sin límites, causando la desaparición del sujeto. Es la misma función que buscaba con la medicación, entrando en el movimiento reiterado de desligamiento designado por él como calmar, alejar el malestar que no cesaba. Es con esa droga que ganó una identidad a través del sobrenombre Humo, representando el efecto de la nominación. En la vertiente de esa designación, humo puede ser tanto lo que borra frente a la visión de un Otro, que obstruye, como lo que le da una posición de ser respetado. Mientras que la cocaína y el lanza perfumes son usados con cierta medida para dar coraje para cumplir una tarea, divertirse con el grupo. La marihuana ejerce un papel ambiguo de desligarlo, separarlo de la perturbación que retorna por la via materna –la muerte– y de darle un lugar simbólico.
Sobre las adicciones, podemos situarlas antes de la relación tóxica con la marihuana, cuando era viciado con los juegos GTA, reeditando un trazo que advenga del padre. Esa vertiente de su adicción se configura por las marcas paternas transmitidas por la madre: sin juicio, manipulador y adicto a los juegos. Valiéndose de eso es que opera, mismo con toda la debilidad, este padre. Podemos indagar, así, si las drogas –y con ellas las amenazas de muerte, el borramiento del sujeto– no serían, al principio, una manera de este joven de romper y separarse del Otro parental, mucho más de que una manera de que el hablante encontrara su lugar en el mundo, ofreciendo una brecha para las toxicomanías.