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Darío Galante (Buenos Aires, Argentina)
El tercer numero de Pharmakon Digital está dedicado a las Psicosis. Partimos de la conferencia que nos ofrece Jésus Santiago, “Droga, ruptura fálica y psicosis ordinaria”, en la que sostiene que la droga puede ser un Nombre-del-Padre en la relación que el sujeto tiene con su cuerpo.
En la Sección Entrevistas Fabián Naparstek destaca que la droga puede cumplir una función de anudamiento alrededor de un delirio, o puede funcionar como un remedio que toma el sujeto para aplacar la invasión de goce.
En la Sección Clásicos nos encontramos con “Tres observaciones sobre la toxicomanía”. Este trabajo de Éric Laurent ha sido uno de los textos que marcaron el comienzo de nuestras investigaciones sobre la toxicomanía. Interesa publicarlo especialmente en este numero porque allí se establece el punto de encuentro entre la toxicomanía y las psicosis: la ruptura con el goce fálico.
En la Sección Textos Temáticos Ernesto Sinatra se pregunta qué ocurre en el campo de las psicosis cuando la marca del «no se puede» se ha ausentado. Ilustra, a partir de un caso, cómo es que un sujeto psicótico, a partir de una formación neológica producida en análisis, puede nombrar el circuito de goce que lo consumía y contar con una herramienta para acceder a una salida.
Antonio Beneti se interroga sobre la posibilidad de que la toxicomanía se constituya de dos maneras. La primera, como sinthome, y la segunda, como CMB (compensatory make-believe).
Por su parte, Cesar Skaf, partiendo de la clínica de la elisión del falo, presente en las toxicomanías, plantea una aproximación hacia el campo de las psicosis ordinarias.
Leonardo Scofield aborda los posibles efectos terapéuticos de las toxicomanías aplicados a desórdenes acontecidos en casos de psicosis. La lectura de tres recortes clínicos localiza los modos singulares que cada ser hablante construye con la droga para reordenar o evitar el desorden en la juntura más íntima de su sentimiento de vida.
Liliana Aguilar se pregunta si lo ordinario de la psicosis y de la toxicomanía conmueve la clásica relación entre toxicomanía y psicosis en donde la primera podía cumplir una función de suplencia para la segunda.
A continuación, Pierre Sidon propone que la adicción es la medida del lazo social de cada quien en la era de la ciencia.
En “Rompiendo el efecto del afecto” Jean-Marc Josson, situándose en la última enseñanza de Lacan, sostiene que el significante que tiene un efecto de afecto no es un significante S1 articulado a un significante S2, sino un significante aislado, un S1 solo: la droga, entonces, viene al lugar de romper el afecto.
Irene Domínguez nos recuerda que, en sus fundamentos, en el seno del psicoanálisis lacaniano la toxicomanía y la psicosis no nadan en las mismas aguas. Mientras que la psicosis es una estructura clínica, la toxicomanía, por su lado, no es un concepto psicoanalítico, sino un término tomado del campo del Otro, de la psiquiatría e incluso de la sociología.
Sin embargo, Epaminondas Theodoridis precisa que el modo de uso y el rol de la droga en el funcionamiento subjetivo pueden alumbrarnos en cuanto a la estructura del sujeto.
Finalmente, Viviane Tinoco Martins nos advierte sobre la prudencia necesaria a tener en cada caso en que la toxicomanía y la psicosis se cruzan, debido a que, aunque el recurso a la droga pueda cumplir la función de compensar el desequilibrio psíquico característico de una psicosis, tal función conlleva ciertas precariedades y puede participar en la coyuntura del desencadenamiento.
En la Sección Adolescencia Nadine Page sostiene que el consumo de drogas no es siempre, solamente, una modalidad de separación del Otro. Presenta el caso de un sujeto en el que su consumo de esteroides devela la función de tentativa de reafiliación con el lazo social.
Y, finalmente, en la Sección Estéticas del Consumo Eugenia Flórez sostiene que el así llamado toxicómano, a falta de dejarse engañar por la equivocidad del significante, nos permite verificar lo que Lacan señala respecto a que el goce, en cualquier caso, es goce del cuerpo.
Las toxicomanías, como las psicosis, nos dejan ver de las maneras menos veladas que el cuerpo, como territorio de goce está presto al uso. De este modo, la noción de uso puede ser tomada en oposición a lo interpretable vía el sentido, tal como Lacan la introduce, pensando en el elemento mínimo de cuerda o redondel que, antes de ser interpretado, está dado al uso.
Por su parte, Luis Salamone nos cautiva con su lectura de uno de los íconos del rock: Pink Floyd. La lectura que hace de su alma mater, Syd Barret, nos conmina a pensar la locura que habita en cada uno. Sostiene que: “La locura de Barrett es la que dio origen a la banda y siguió inspirando grandes temas, la locura está en ellos, como está en nosotros. Poética forma de decirnos que todos estamos locos”. Una apropiada forma de disponernos a seguir investigando a las toxicomanías, esta vez apoyándonos en las psicosis.
¡Buena lectura!